PADRES Y MAESTROS SOMOS ESCUELA
Hace un mes, los niños y jóvenes se iban al colegio y muchos de ellos no sabían qué pasaba en casa. Volvían, después de la jornada escolar, y las tareas domésticas habían estado en manos de sus padres o trabajadores del hogar. Ahora muchas familias los están haciendo partícipes de estas tareas. En la escuela de casa, los padres no aprovechamos nuestro tiempo juntos para dar cátedra, sino para atender la relación, para abrazarnos y conversar largo; aprendemos a hacer sobremesa, y a seguir conversando mientras lavamos los platos. En la escuela de la vida damos espacio para hablar de lo que sentimos, lo modelamos porque sabemos que, si nosotros compartimos lo que sentimos y abrimos nuestro corazón, luego ellos lo harán también. Los estudiantes extrañan su escuela presencial: sus ruidos, juegos y espacios. Extrañan encontrarse con sus amigos y maestros en el aula, aprender estando cerca del otro, es lo que más anhelan. Mientras tanto, podemos aprovechar esta reinvención de la escuela. Porque estar juntos, así como estamos ahora, nos puede dejar un nuevo tipo de felicidad. Así, cuando terminen estos tiempos turbulentos y miremos atrás, podremos sentirnos orgullosos de los padres y maestros que fuimos para nuestros hijos.
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